Dulces Vacaciones
DULCES VACACIONES
No
tengo un mal recuerdo de mis vacaciones. Siempre, cada junio y cada noviembre
llegaba a la casa de mis abuelos para comer muy rico y divertirme. No hay un solo día en el que me haya aburrido o hubiera querido devolverme para mi casa.
Nos
somos una familia muy numerosa, seis hijas y solamente 3 nietos, siendo yo la
mayor. Año y medio después nació Catalina, y finalmente, Luis Felipe siete años
menor.
Catalina
Siempre
fue mi compañera en las vacaciones, no vivía con mis abuelos, pero sí muy
cerca. Cada mañana cuando su mamá salía a trabajar la traía y pasábamos todo el
día juntas.
Al inicio, discutíamos un poco por no ponernos de acuerdo con los juegos
que la una o la otra queríamos, así que uno que otro mordisco se nos atravesó
para llegar a una solución.
A
medida que pasaban los años, cada vez era más fácil ponernos de acuerdo con los
juegos: en el almacén que inventamos vendíamos toda clase ropa a nuestros
clientes invisibles, toda una tarde creyéndonos el cuento. Otras veces éramos
hermanas, dividíamos la casa a la mitad y nos inventábamos toda clase de
sucesos maritales con nuestros esposos invisibles. Y, por último, mi juego
favorito, restaurante; nos íbamos para la terraza de la casa y con utensilios viejos
de cocina que nuestra abuela tenía arrumados, formábamos un imperio de la
comida, yo era la cocinera y ella la que administraba el dinero y los clientes
de mentiras.
Su juego favorito: el almacén. Mi juego favorito: el restaurante.
Hoy,
Cata, con 27 años es una excelente microbióloga.
Luis Felipe
Llegó
mucho tiempo después, flaco como el solo y rubio como el sol. Cuando tuvo
consciencia Cata y yo ya éramos casi unas adolescentes.
Por
eso, al pobre le tocó recibir uno que otro desprecio por parte de las dos, nos
aterraba que nos escuchara en nuestras confidencias por miedo a que les contara
a nuestras a nuestras tías. - No eran conversaciones que se tuvieran que esconder,
la más grave trataría sobre el niño del salón que nos estaba empezando a
gustar -.
A
pesar de nuestros desprecios, Felipe seguía a nuestro lado, no se nos despegaba
y cada día llegaba con sus ojitos llenos de ilusión para jugar con sus primas
mayores, un hombrecito lleno de nobleza. Muchos fueron los “algos” que
compartimos, desde las conchitas con helado, hasta el arroz con leche de la abuela
y de la tía Lina. Y los bailes en las tardes ni se diga, nos hacía reír hasta
el cansancio con sus locuras.
Hoy,
Felipe, con casi 21 años se prepara para ser sacerdote.
¡En
definitiva, las mejores vacaciones de nuestras vidas!
RECETA
ARROZ CON LECHE
Ingredientes
8
cucharadas de leche en polvo.
1 bolsa pequeña de crema de leche.
1/2 bolsa de leche.
1
taza de arroz.
Azúcar
al gusto.
Preparación
Cocina
el arroz con una taza de agua y con una taza de leche. Como normalmente lo harías para una comida tradicional.
Mientras
tanto, en una licuadora; agrega la crema de leche, la leche, la leche en polvo
y el azúcar. Mezcla bien.
Agrega la mezcla al arroz ya cocinado y deja por media hora o 40 minutos a fuego medio.
Revuelve constantemente.
*Si
te gusta más líquido, puedes preparar la mitad de la mezcla y agregarla al arroz. *
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